Prometí seguirte
a través de las fronteras
en medio de divisas extranjeras
apátridas
allí encontré el tumulto,
enfervorecido, apretado.

Olía a inciensos
a bazar
atestado de brillos
con cueros añejos y malolientes.

Quisiera haber perdido
tu aurora, tus aromas
estar lejos de las sábanas roídas
de aquellas habitaciones alquiladas
donde envolvíamos un amor
terco, obstinado
cerca del todo
cada tarde
transitada de tabaco y alcohol.
Te dije susurros en los párpados
temiéndome despertar
del jardín podrido
donde las flores ya no olían.

Dije: hasta luego
mil veces
y no cumplí nada.
Por eso hoy interrumpo
tus ausencias
yo misma parto
entre los cipreses
a la tierra dorada de dunas
tratando de no mentirme más
y dejar correr el viento
la brisa
y tu recuerdo.